[ RESEÑA ]
Nadie acabará con los libros
Umberto Eco – Jean-Claude Carrière
Entrevista de Jean-Philippe de Tonnac
Lumen, Barcelona, 2010
272 pp.
“Hemos
demostrado la superioridad de los libros sobre cualquier otro objeto que
nuestras industrias de la cultura han puesto en el mercado en estos últimos
años”. Como una sentencia, el escritor y filósofo italiano Umberto Eco no
vacila en afirmar que el libro demostró ser el único soporte capaz de “resistir
a los ultrajes del tiempo”. Eco no está solo. El actor y guionista francés
Jean-Claude Carrière también está convencido de que no hay nada más frágil y
efímero que los soportes “modernos”.
Uno habla
desde la escritura. El otro, desde el cine. Pero una misma certidumbre
atraviesa Nadie acabará con los libros,
un fascinante diálogo entre dos maestros octagenarios, guiado por Jean-Philippe de Tonnac: la
velocidad creciente con que envejecen las “nuevas tecnologías”.
En las
últimas dos décadas, hemos asistido a las promesas de dispositivos para
almacenar información que en poco tiempo se transformaron en objetos de colección: cintas de video, computadoras,
CD-ROM.
“El olvido
corre deprisa”, reflexiona Carrière, y los soportes contemporáneos nos condenan
a adaptar nuestras formas de pensar, trabajar y archivar. Su conclusión es
categórica: “la tecnología no es en absoluto una ventaja. Es una exigencia”.
Cada nuevo
invento se nos presenta como capaz de superar los límites del anterior. “Como
si fuera a barrer todo lo que lo precede”, explica Eco, y a convertir en
analfabetos a quienes lo rechacen. En la medida en que aparecen y se
multiplican nuevas técnicas, instrumentos y lenguajes, para muchos sectores la
cultura del libro pareciera amenazada.
La memoria
Hace ya más
de 30 años decía Jorge Luis Borges: “De los
diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los
demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones
de su vista; el teléfono, de la voz; luego tenemos el arado y la espada,
extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: es una extensión de la
memoria y de la imaginación”.
La idea de
la memoria en peligro no es exclusiva de nuestros tiempos. Eco puntualiza que,
a diferencia del cine, el culto a la página escrita y el hábito de coleccionar
libros son tan antiguos como la escritura. El temor a la pérdida obligó a
buscar sitios seguros donde resguardarlos: los monasterios. Y eso implicó un
filtro: cuáles salvar y cuáles no. Pero el papel ha resistido el paso de los
siglos: “sin electricidad todo está irremediablemente perdido. Al contrario, podremos
seguir leyendo libros”.
En cine,
dice Carrièrre, la perspectiva norteamericana impuso históricamente el
borramiento de los modelos antiguos, en especial de los de calidad, ya que
podrían hacerle competencia a las nuevas producciones: en esa lógica, se
necesita siempre de un nuevo “Tarzán”, un nuevo “Zorro”.
La aceleración
contribuye a borrar la memoria. Porque, a veces, “recordar es un problema,
incluso un drama”.